Pues tengo que decir que, mi alma rota por tanto despropósito que se cierne sobre mi profesión, aún ríe.
Me siento orgullosa de ser maestra, a pesar de la carga negativa que un buen sector de la población hace recaer sobre ella, y de vez en cuando hasta tenemos motivos para reir.
En mi clase de español una alumna alemana me preguntó cómo se llamaban las personas nacidas en Hamburgo, porque le habían presentado a una señora de allí y ella dijo: "Ah hamburguesa", y todos rieron.
Parece ser que el nombre de hambuerguesa viene de la costumbre del lugar de comer la carne molida y luego frita y los americanos la metieron en pan y la llamaron hamburguesa (Sándwich de filete a la hamburguesa). Algo parecido al sándwich que lleva el nombre de su "inventor".
Y bueno, gracias a una alemana, caimos en la cuenta que en cualquier momento podremos tener como compañeros de clase a Mr Sándchich y su señora hamburguesa...
Y lo cuento para que revienten las personas que desvalorizan nuestra profesión, pensando que encima de "vivir muy bien los maestros" nos divertimos en el ejercicio de nuestra profesión.
HOLA, SOY UNA ALUMNA TUYA QUE CREE QUE ESTASIS HACIENDO TÚ Y TODOS LOS PROFESORES DE EDUCACIÓN DE ADULTOS UNA CRAN LABOR CON NOSOTROS QUE NOS CUESTA UN POQUITO MAS QUE A LOS MAS JOVENES.PEPI
ResponderEliminarEs simpática esta anecdota culinaria, pero me llamó más la atención tu comentario final sobre la desvalorización de la profesión de enseñante. Es verdad que maestro debe ser una profesión vocacional, sin duda la más vocaciones junto a la de médico. Pero en tu caso me consta que te lo curras y que gracias a maestros como tu los adultos tenemos la oportunidad de ampliar conocimiento y encima nos lo pasamos bien.
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